
Palestina: el espejo roto de nuestra conciencia
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“La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes”.
Martin Luther King Jr.
Hay heridas que no solo duelen... gritan .
Y hoy, Palestina es una de esas heridas abiertas. No es solo un territorio asediado; es un símbolo universal de un dolor que cargamos como humanidad. Es la manifestación sangrante de una conciencia colectiva que aún no ha aprendido a ver al otro como a sí misma.
No pretendo aquí hacer un análisis político, ni tomar partido en la historia compleja de décadas —que por momentos parece un interminable laberinto de dolor, venganza y poder. Lo que me mueve a escribir es algo más hondo: una pregunta que retumba en el alma...
¿Hasta cuándo seguiremos habitando una conciencia fragmentada, que justifica el sufrimiento en nombre de la identidad, la bandera o la religión?
La tragedia en Palestina —como en tantas otras partes del mundo— nos confronta con una realidad incómoda: seguimos habitando el ego colectivo del “nosotros contra ellos” . Y mientras no trascendamos esa, mientras no nazcamos en nosotros una profunda comprensión de la interdependencia y el dolor compartido , repetiremos las mismas historias, solo que con diferentes banderas y nombres.
Osho dijo que las guerras son el resultado del hombre dividido internamente, que cuando hay caos dentro, inevitablemente se proyecta afuera. Y el Buda enseñó que la ignorancia es la raíz de todo sufrimiento . ¿Y no es acaso ignorancia creer que hay vidas que valen más que otras? ¿No es una forma de ceguera espiritual aceptar la violencia como un medio legítimo para encontrar la paz?
Palestina nos confronta.
No solo a quienes disparan, a quienes resisten o quienes negocian... Nos confronta a todos .
Nos recuerda que aún no entendemos que no hay verdadera seguridad sin justicia , y que sin compasión, toda paz será falsa . Tal vez no podamos detener los misiles ni firmar acuerdos de paz. Pero sí podemos hacer algo infinitamente poderoso: despertar . Encender la luz de la conciencia en medio de tanta oscuridad.
Hoy más que nunca, el mundo necesita menos ideologías… y más humanidad.
Menos certezas... y más ternura.
Palestina no es “el otro lado del mundo”.
Es el reflejo de nuestra incapacidad de sanar desde adentro.
Y si no escuchamos ese dolor ahora, si no sentimos su llanto como si fuera el de nuestra propia madre, corremos el riesgo de repetir eternamente las mismas ruinas .
Pero si en medio del horror logramos mirar con los ojos del corazón, entonces quizás... solo quizás ... esa herida pueda transformarse en un llamado.
Un clamor silencioso que nos invita —por fin— a volvernos verdaderamente humanos.
“Solo un hombre silencioso y en paz puede crear un mundo sin guerras”.
Osho
Nandu Sahi